“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” No, Dios no cambia de parecer. Estos textos aseguran que Dios es inamovible e inmutable.
Y en Santiago 1:7 dice claramente que en Dios no hay mudanza ni sombra de variación. Ahora bien, entonces ¿por qué hay algunos pasajes en los que se dice que Dios “se arrepintió” o cambió de parecer? El contexto y el dominio del idioma y los modismos hebreos dan la respuesta a esta aparente contradicción.
Génesis 6:6 donde Dios “se arrepintió de haber hecho al hombre en la Tierra”, en ninguna manera indica un cambio de parecer. Si así hubiera sido del todo, la raza humana simplemente hubiera dejado de existir y Dios no se hubiera tomado la precaución de salvar a Noé y a su familia para preservarnos de la extinción. La palabra hebrea para “arrepentirse” utilizada en este verso es una expresión que se utiliza para “sentir pena o dolor”. Dios sintió dolor al ver la maldad humana, sintió pena de haber creado al hombre. Pero varios miles de años después, y de mucha más maldad, seguimos en la Tierra. Dios no cambió de opinión ni se revocó a sí mismo.
Jonás se quejó ante Dios: “Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.” (Jonás 4:2) Aquí Jonás dice claramente que Dios se arrepiente del mal, es decir, que a Dios le duele el mal. Dios es amor, la Palabra lo dice. El no se complace en la destrucción y la muerte de los impíos; en Ezequiel 3:11 dice: “Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva.”
La voluntad de Dios es que los hombres vengan a Él y que vivan, por tanto, en estos casos Dios sí puede determinar no cumplir con alguna palabra de juicio condicionada al arrepentimiento del pueblo. Esto lo hace movido por amor, compasión y misericordia, no porque su carácter sea voluble o inconstante. Este aparente cambio de parecer en realidad no es un cambio de parecer sino una muestra de la bondad, de la misericordia y del amor de Dios por aquellos que lo buscan.
Ahora bien, esto es en extremo diferente a la nueva teoría de muchos “profetas” que dicen que Dios da una palabra pero “tú tienes que hacer que se cumpla porque Dios puede cambiar de opinión al respecto si no ve acción de parte del recipiente de la profecía”. Esto simplemente es una falacia pues la Palabra de Dios dice que Dios mismo es quien se encarga de cumplir sus promesas:
Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo…Lo que he dicho, haré que se cumpla; lo que he planeado, lo realizaré. (Isaías 46:10,11 NVI) Si lo ha determinado el Señor Todopoderoso, ¿quién podrá impedirlo? Si él ha extendido su mano, ¿quién podrá detenerla? (Isaías 14:27 NVI) Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre; los designios de su mente son eternos. (Salmo 33:11 NVI) Queda claro por Isaías 46:10,11 que el que se encarga de hacer que las profecías se cumplan es Dios, no el hombre. Recordemos que Jesús dijo: ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (Mateo 6:27) En Isaías 14:27 se nos dice que nadie puede impedir que Dios lleve a cabo sus planes y que nadie puede detener su mano. El Salmo 33:11 dice claramente que los planes de Dios son eternos. Si son eternos no pueden estar en las manos del hombre el mayor peso de la responsabilidad de cumplir el plan de Dios.